De soñar después de una pastilla ∞
Estos días que no cuentan,
que rebozan plateados y blancos
se alborotan como el polvo del suelo
y me revisten de brillo. Todo tapizan.
Mas nada pasa:
en este sueño todo es estàtico
y nadie muere para siempre.
Todos avanzan: ni el que está
en el seol se retrasa.
Todos los relojes siguen adelante;
aún los que se paran.
Mis latidos retumban
en las paredes de granito:
Lo que cae al suelo
es el deseo de ver
una luz que no se apaga,
pero pocos ojos son
suficientemente abiertos
para mirar aquel flagrante
brillo ebúrneo:
Ese túnel es demasiado largo,
y muchos se pierden.
El que teme regresa:
se topa con un muro
de locura y dolor,
de energía sempiterna,
cargada en sumo grado
de duda.
Las ideas incitan la guerra
pero la espada sucumbe a la voz
y la voz al silencio:
El silencio que precede
al estupor del exceso.
El tiempo está vacío
y la nada -precaria-
se enarbola de quietud... eterna.
Se extinguen las luces.
Nadie respira más fuerte que la luna,
ni exhala más luz que las estrellas.
Todo brilla y todo late:
de repente todo se apaga
¡y las estrellas se duermen!
Después la luna muere,
y mis ojos se cierran:
Deseo soñar tan solo
durante algunos eones...
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